La piel, además de ser el órgano más grande del cuerpo, es el signo de belleza por excelencia. Así, cada vez aumenta el número de personas que opta por los tratamientos dermoestéticos para mejorar el aspecto de su piel, eliminando imperfecciones y devolviendo frescura, luminosidad y firmeza al rostro y cuerpo. Este creciente auge hace que el mercado demande cada vez más profesionales capacitados en esta especialidad. Por ello, el profesional de enfermería no solo debe conocer la fisiología de la piel, sino también los abordajes más efectivos en cada caso para corregir imperfecciones, curar patologías o mantener un aspecto sano.